La gran boda vasca

Digna de una comedia griega

La alarma suena a las ocho de la mañana y no hay tiempo de quedarse rezagando en la cama. La peluquera la espera. Y no es que se trate de la novia es una simple invitada. Después de que le estiren hasta el pelo hasta límites insospechados en un moño imposible, le maquillan tanto que le da vergüenza volver a casa en chándal. Fenómeno Belén Esteban.

Tiene la casa revolucionada. Su madre esta disuadiendo (obligando) a su padre para que se ponga la corbata. Su hermano impasible mira la el panorama mientras moja las marbu doradas en la leche. Esta recién despertado nuestra protagonista anhela ser hombre en estos momentos.

Se pone las sandalias, el vestido escotado y salen la los cuatro juntos de casa. En la calle la Apocalipsis : viento, granizo…Y es que es lo que tiene el País Vasco que esta lleno de sorpresas. Aunque sea finales de mayo nada esta escrito.

La ceremonia es en la iglesia. En un lado se sientan las mujeres en el otro los hombres. Nadie es muy creyente, excepto la jefa. La matriarca de la familia, la “matusalena”, en torno a ella se jerarquiza toda la prole. En este sentido la tradición manda. A la salida, como no podía ser de otra manera el “aurresku”.

La comida se hace en el santuario de la familia. Donde todos los bautizos, comuniones y demás celebraciones de envergadura, incluyendo bodas de oro, plata…Vino, txakolí, cava … riegan el solomillo, pescado y demás manjares.Los momentos emotivos suceden unos tras otro, el objeto más codiciado el ramo de flores de la novia es para la abuela. Aplausos, lagrimas y ojos llorosos en los rostros de los presentes. A los que todavía no les ha llegado la hora desean vivir ese momento, los demás querrían que siempre se repitiese.

Después la música y las situaciones surrealistas. Jóvenes “dándolo todo” con la música de los guateques y lo mismo les pasa a los mayores con lo último que pinchan en Ibiza.

Es la cultura familiar y bien lo dijo Michael Corleone, "nunca tomes partido contra la familia".